Por Perseo Rosales Reyes/APIM
El pasado 21 de noviembre el Sr. Enrique Bonilla, Presidente de la Liga MX, anunció la firma de un convenio con el Sr. Santiago Nieto, responsable de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, con el propósito de transparentar las operaciones y recursos de las entidades deportivas agremiadas (https://www.milenio.com/deportes/futbol/liga-mx-hacienda-firman-convenio-transparencia). El convenio trataría de combatir la captación o la infiltración con recursos de procedencia desconocida o ilícita en los equipos de fútbol profesionales, sobre todo en los de bajo presupuesto, que permanentemente enfrentan problemas de fichajes, de nómina, de patrocinios, de transmisión y hasta de organización, tal y como le sucede actualmente al Club Veracruz (https://www.eleconomista.com.mx/deportes/Veracruz-sin-firmeza-economica-ni-emocional-20191017-0175.html) haciéndolos susceptibles de recibir dinero del narcotráfico.
Este convenio entre autoridades hacendarias y federativos del fútbol no sería una actividad preventiva sino correctiva, pues desde hace años, en su columna del Diario Record el reconocido periodista deportivo Ignacio Suarez alias “El Fantasma”, tocó el tema de la infiltración del narco en el futbol mexicano, afirmando en una de sus publicaciones lo siguiente: “El narco en nuestro futbol sin duda ha sido combatido, pero NO ha sido erradicado.” (http://www.record.com.mx/columnistas-ignacio-suarez/futbol-mexicano-en-tiempos-del-narco 16/08/2017)
Particularmente destacan como hechos recientes de esa narco participación en el futbol mexicano, que en agosto de 2017 la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OCAE) del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos boletinó al futbolista mexicano Rafael Márquez, señalándolo de participar en calidad de prestanombres junto con el popular cantante de banda Julión Álvarez, en una red de lavado de dinero del narcotraficante Raúl Flores Hernández, también conocido como “El Tío” (https://www.mediotiempo.com/futbol/liga-mx/autoridades-ee-uu-acusan-rafa-marquez-vinculos-narcotrafico).
Respecto a este escándalo, que al menos por un año tuvo en el ojo del huracán afectando sensiblemente la imagen del legendario capitán de la Selección Mexicana de Fútbol (https://forojuridico.mx/rafa-marquez-ya-no-tiene-problemas-legales-en-mexico/), se sembró la duda respecto a qué personalidades de la familia futbolística y entidades deportivas puedan estar infiltradas o relacionadas con los personajes del narco. En una crónica muy detallada –según sus fuentes fidedignas- el Fantasma Suarez relata las formas en que el narco y particularmente la nueva generación de narco milenial se han infiltrado dentro de la estructura empresarial, financiera y deportiva del futbol mexicano.
Dice el Fantasma que Raúl Flores “El Tío” mutó hacia la generación milenial, que se caracteriza por vivir con un estilo “nice” reguardada bajo una fachada empresarial, y por eso pudo camuflarse durante décadas, hasta que las autoridades americanas lo detectaron e implicaron a la extinta Procuraduría General de la República y la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), para proceder a detenerlo en julio de 2017 (https://expansion.mx/nacional/2017/08/10/raul-flores-el-narcotraficante-que-tiene-en-problemas-a-rafa-marquez-y-julion). Pero la actividad de este fulano no ha sido la infiltración más relevante del narco en el futbol mexicano, sino la que realizó otro “Tío” de nombre Tirso Martínez Sánchez, también apodado como “El Futbolista”, siendo un mote con el cual este sujeto presumía su desbordada “pasión pambolera” por los sorprendentes Tecos de la UAG y su cercana convivencia con esos legendarios jugadores, que en la temporada 1993/94 vencieron a los Santos de Torréon para coronarse por única vez como campeones del futbol mexicano.
Según la investigación del periodista deportivo, Tirso Martínez es un narco que hizo numerosas tareas de lavado de dinero infiltrándose de forma muy estudiada y estratégica en el futbol mexicano, desde la rama de ascenso. Los hechos destacados fueron los siguientes:
En 1999 Tirso Martínez adquirió al equipo de Venados de Yucatán y comprometió a sus jugadores aparentando ser un empresario tapatío generoso, dándoles un jugoso aumento de sueldo, entregándoles de regalo un automóvil y además pagándoles en dólares constantes y sonantes, todo ello para motivarlos a ser campeones, como lo fueron en el 98 y tratar de revaluar al equipo ascendiéndolo de categoría.
En el 2002 este personaje compró a los Reboceros de La Piedad y los convirtió en el club de los Gallos del Querétaro para jugar en la primera división mexicana. Obviamente estos cambios también alcanzaron a los jugadores quienes tuvieron acceso a un nuevo estilo de vida, pues también cobraron puntualito, en efectivo y en dólares, pero siempre en lo oscurito y con procesos muy discrecionales. Ese mismo año, Tirso Martínez también tomó el control del club Freseros del Irapuato. Su narco-inversión le redituó bastante ganancia en 2003 porque en ese torneo logró el ascenso a la primera división del futbol venciendo al Club León de otro polémico y siniestro personaje de nombre Carlos Ahumada, que días antes de disputar el partido de vuelta de la gran final, ordenó secuestrar el estadio. Así un comando de sicarios con apoyo de las propias autoridades municipales y estatales, y respaldado por el poder que entonces ejercía la Sra Rosario Robles, novia de Ahumada, invadió el estadio del Irapuato para impedir que se jugara ese partido final, hasta que la propia afición fresera decidió recuperar esas instalaciones de su equipo (https://www.elsoldemexico.com.mx/deportes/futbol/el-sergio-leon-chavez-el-unico-estadio-defendido-a-balazos-por-su-aficion-671889.html)
Llegado el año 2004 en la Federación Mexicana de Futbol sabían, pero nadie se atrevió a denunciar esa presencia del narco en algunos equipos de futbol de la primera división. Aparentemente a los entonces dirigentes Alberto De la Torre, Justino Compean y Decio de María se les ocurrió proponer una reducción de equipos y el mejoramiento de la calidad competitiva en la liga, por ello la solución fue comprar las dos franquicias contaminadas e inmediatamente desaparecerlas: los Gallos del Querétaro y los Freseros del Irapuato.
Según los testigos del Fantasma Suarez, fue el gobierno de Vicente Fox quien negoció esa extraña operación de compraventa, ya sea a través de su Secretario de Gobernación Santiago Creel o de su Procurador de Justicia Rafael Macedo de la Concha y luego enviaron un aviso a la Federación Mexicana de Futbol para pagarles a los dueños prestanombres del Tío la cifra acordada (https://www.record.com.mx/columnistas-ignacio-suarez/futbol-en-tiempos-de-los-narcos-milenial-ii-parte). Pero esta operación no erradicó al narco del fútbol mexicano, afirma el columnista que el Tío se enfocó en la división de ascenso donde tomó el control de los Toros de Celaya y de los Huracanes de Colima. Este último equipo desapareció en el año 2005 luego del escándalo mediático por las amenazas de muerte que hizo un sicario del Tío contra un jugador del equipo San Luis, así como al reportero de Televisa Deportes Mauricio Ymay
El suceso conocido como el Caso Colima comprometió en cadena nacional al entonces gobernador de Colima, Silverio Cavazos dispuesto a aclarar tales amenazas, pero que en el año 2010 seria asesinado inexplicablemente, engrosando la estadística de los magnicidios y casos inexplicables e impunes, que no tienen hasta la fecha algún culpable o responsable ni material ni intelectual (https://www.eluniversal.com.mx/estados/exoneran-acusado-por-homicidio-de-exgobernador-silverio-cavazos)
Finalmente, en 2014 Tirso Martínez Sánchez “el Tío” fue capturado por las autoridades federales y a fines de 2015 fue extraditado a LOS EE.UU. para enfrentar cargos por el transporte y distribución de toneladas de cocaína. Con este hecho aparentemente el narco quedó erradicado del futbol mexicano, pero al destaparse las actividades de Raúl Flores Hernández, no era raro sospechar que, involuntaria o inconscientemente, el ídolo Rafa Márquez, el exfutbolista Miguel Zepeda y su inversión en el club deportivo y promotora Morumbi de Zapopan, Jalisco, se convirtieron en parte de ese traspatio futbolero, que lava dinero del poder narco milenial y que ahora la Federación Mexicana de Fútbol y Hacienda tratan de erradicar, o al menos de contener.