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El Capitalismo Gore y la visión de los feminismos

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El Capitalismo Gore y la visión de los feminismos
El Capitalismo Gore y la visión de los feminismos

Por Ricardo García Jiménez[1].

El término “Capitalismo Gore”, al que hace alusión Sayak Valencia, refiere al derramamiento de sangre explícito e injustificado como el precio que deben pagar los países del Tercer Mundo a seguir y adoptando las lógicas del modelo capitalista, cada vez más exigentes para alcanzar niveles económicos altos de su población con al altísimo porcentaje de cuerpos desmembrados y exhibidos frecuentemente mezclados con el crimen organizado, los cuales se encuentran  vinculados al género y los usos predatorios de los cuerpos, todo esto por medio de la violencia más explícita y extrema como herramienta del necro-empoderamiento.

La descripción que proporciona, Sayak Valencia, sugiere que el “Capitalismo Gore” se refiere a una interpretación de los efectos violentos y destructivos del modelo capitalista que, particularmente están en relación con los países en vías de desarrollo y las comunidades marginadas, este modelo que impone un estilo de vida está sustentado en expresiones de violencia extrema como un patrón de conducta naturalizado que se ejerce en contra de ciertos sujetos. Según esta perspectiva, el derramamiento de sangre explícito e injustificado puede ser visto como una metáfora de las injusticias y las consecuencias humanas de las lógicas capitalistas, especialmente cuando se aplica de manera exigente y sin consideración que viola los derechos humanos y la dignidad de las personas.

Además, esta interpretación apunta a que el sistema capitalista ha trastocado las nociones tradicionales de dignidad y respeto hacia los seres humanos, donde la explotación y violencia extrema pueden o no buscar ganancias económicas son las que orientan al crimen organizado, ello replantea la noción de violencia de género como el uso predatorio de los cuerpos el cual sugiere una conexión entre la violencia “gore”, el poder económico y las formas de opresión basadas en el género y la sexualidad.

Esta interpretación critica a este “nuevo capitalismo” por su papel de seguir perpetuando las estructuras de desigualdad y explotación de ciertos sectores de la sociedad, donde los cuerpos humanos se convertirán en objetos de violencia y dominación.

Es importante tener en cuenta que esta descripción se basa en una perspectiva crítica y puede representar una interpretación específica de la relación entre el capitalismo y la violencia. El término “Capitalismo Gore” que elabora Sayak Valencia parece ser un intento de encapsular las ideas críticas y llamar la atención sobre las consecuencias negativas del sistema económico en cuestión.

Se entiende que al utilizar el término “Capitalismo Gore” este describe una forma extrema de capitalismo basado en la violencia y la destrucción de los cuerpos que se preconfigurarán en una industria que genera un producto o una mercancía en sí mismos. Esta interpretación implica que, en lugar de la acumulación de mercancías tradicionales, como la planteaba Carlos Marx, en el “Capitalismo Gore” la acumulación se basa en la contabilización del número de cadáveres, ya que la muerte se convierte en un negocio rentable.

Esta perspectiva, según Sayak Valencia, destaca la idea de que, en esta forma extrema de capitalismo, la violencia y la muerte determinan los medios empleados para alcanzar el éxito económico. Se sugiere que la acumulación del capital ya no se basa únicamente en la producción y el uso de bienes y servicios, sino en la explotación y el extremo de la violencia hacia los cuerpos humanos. Este modelo propuesto por Valencia se sustenta en la violencia excedida y en una crueldad especializada, que se implantan como estilos de vida en una cotidianidad muy virulenta en ciertas localizaciones geopolíticas con el fin de obtener los medios de subsistencia que acarrea el reconocimiento y legitimidad económica de ciertos grupos que ejercen ese poder.

Es importante mencionar que la descripción de este modelo capitalista representa una interpretación crítica y posiblemente metafórica del funcionamiento del capitalismo actual bajo la categoría de lo Gore. Puede observarse que la violencia sistémica y las formas de deshumanización presentes en algunas dinámicas económicas contemporáneas, son los resultados de un sistema deshumanizante que no le importa exhibir cadáveres, mutilados y colgados en puentes o expuestos ante los ojos de una ciudadanía como una forma de expresar una dominación. Sin embargo, es importante tener en cuenta que el término “Capitalismo Gore” no está ampliamente reconocido, ni utilizado en el discurso académico o teórico político, por lo que, esta interpretación puede ser una construcción específica para un contexto de análisis crítico muy particular en regiones, ciudades y sectores de la población altamente vulnerables a quienes se les infringe formas de violencia extrema, particularmente a las mujeres altamente vulnerables.

El “Capitalismo Gore” se destaca por la crudeza de la violencia con que se ejerce como resultado de las lógicas y los procesos impulsados, según Sayak Valencia, ​​por el neoliberalismo, la globalización y la política económica de regiones específicas como mediadoras de las relaciones (económicas, políticas, sociales u otras) entre diferentes sujetos. Estas prácticas violentas se consideran transgresoras de los bienes jurídicos como aquellos cuyo sujeto es el individuo destacando: la vida humana, la integridad física y sexual, la privacidad, la seguridad vial, el honor, entre otros. El extremo de esta violencia deshumanizada se ejerce contra el cuerpo, porque revela una vulnerabilidad del cuerpo humano, donde la mutilación y desacralización son formas simbólicas de ver el cuerpo como algo sin importancia ya que, a través de ello, se busca dar una lección de a quienes se oponen a ciertas formas de poderes facticos, donde según la autora, se critica ferozmente a la sociedad del hiperconsumo que persigue la ganancia por la ganancia misma sin importar a los sujetos.

Reafirmando, la violencia ejercida contra el cuerpo humano es una expresión extrema de deshumanización y una manifestación de poder que busca controlar, dominar y castigar a los individuos. A través de la mutilación y la desacralización del cuerpo, se busca enviar un mensaje de que el cuerpo humano carece de importancia y se convierte en un objeto de poder y control.

Estas formas simbólicas de violencia contra el cuerpo pueden ser utilizadas por poderes fácticos (grupos del narcotráfico, las narcoguerrillas, grupos paramilitares y los ejércitos), para imponer su dominio y ejercer represión sobre aquellos que se oponen a estos grupos de poder. Al despojar al cuerpo de su integridad y sacralidad, se busca humillar y subyugar a los individuos, enviando un mensaje de sometimiento y sumisión.

Sayak Valencia crítica ferozmente a la sociedad del hiperconsumo, donde la búsqueda de ganancias y el afán de acumulación de riqueza se vuelven prioritarios, sin importar las consecuencias para los individuos. En este contexto, el cuerpo humano puede ser instrumentalizado y explotado como un mero objeto de consumo o como una mercancía desechable. Esta crítica se dirige contra una lógica económica que pone en segundo plano el bienestar y la dignidad de las personas, convirtiendo a los sujetos en simples medios para alcanzar altas ganancias económicas. La deshumanización y la violencia ejercida contra el cuerpo son una demostración de esta lógica de hiperconsumo despiadado y sin consideración por los individuos.

En respuesta a esta realidad, el feminismo y otros movimientos críticos buscan desafiar estas estructuras de poder y promover una ética que valore la dignidad humana y el bienestar colectivo por encima de la riqueza material. Se busca construir alternativas que reconozcan la importancia y la sacralidad del cuerpo humano, así como promover relaciones y estructuras sociales más equitativas y justas.

Aunque estas prácticas pueden parecer críticas a la sociedad y al sistema capitalista tradicional, también pueden participar de dicho sistema y estar implicadas en sus engranajes como parte de una gran maquinaria. Es importante tener en cuenta que esta descripción que realiza Sayak Valencia, se basa en una visión crítica y puede representar una interpretación específica de la relación entre la violencia, el neoliberalismo y el capitalismo, pero que no termina relacionándose de manera adecuada. Es necesario analizar estas cuestiones desde diferentes perspectivas y considerar las múltiples dimensiones y complejidades del sistema capitalista y sus manifestaciones en la sociedad contemporánea.

Este capitalismo del que da cuenta Sayak Valencia ha perturbado los fundamentos del discurso humanista, incluyendo la descripción de que ciertos sujetos, como hombres y los miembros de las clases altas, tiempo atrás eran intocables o estaban por encima de la violencia y la explotación. Según esta perspectiva, en la dinámica del “Capitalismo Gore”, estos sujetos considerados “respetables” no eran tocados, pero los grupos sociales vulnerables se cosifican en mercancías intercambiables, cuerpos que pueden ser sometidos a la tortura y extinción con el propósito de generar riqueza bajo el modelo de la noción de la “narcomáquina”[2], por lo cual, en los externos de las clases o estratos sociales ya nadie está exento de ser objeto de este tipo de violencia extrema.

Esta interpretación sugiere que el sistema capitalista imperante ha trastocado los principios y valores tradicionales de dignidad y respeto hacia los seres humanos, hacia el cuerpo, al convertirlos en objetos de explotación y violencia extrema está asociado a una búsqueda de ganancias no necesariamente económicas. Se plantea que incluso aquellos sujetos que anteriormente se vieron privilegiados y protegidos por su posición social, ya no están exentos de esta lógica violenta. Es importante destacar que esta descripción que realiza Valencia refleja una crítica severa al capitalismo y pone de relieve las desigualdades y la deshumanización que puede generar.

Es en este contexto, el Capitalismo Gore se ancla en una masculinidad hegemónica al referirse a un conjunto de normas y expectativas asociadas con lo que se considera lo “masculino” en una sociedad determinada, y que tiende a estar dominado por hombres en posiciones de poder. Además, dicha masculinidad se basa en la obediencia y defensa de la masculinidad hegemónica, capitalista y heteropatriarcal, con lo cual pretende legitimarse y alcanzar el peldaño de lo hegemónico, y entiende la disidencia de manera distópica y violenta, incapacitándola para cuestionar los presupuestos del sistema que se le imponen en nombre del poder, la economía y la supremacía masculina dentro del binomio masculino/femenino.

Sayak Valencia señala además que las características de este tipo de sujetos que surgen de este modelo de capitalismo gore son muy similares a la descrita por Mary Louise Pratt (2002) al utilizar el símil del “endriago”, que es un personaje literario, un monstruo, cruce de hombre, hidra y dragón, el cual se caracteriza por su condición bestial. Algunas de las características comunes asociadas al masculino-endriago incluyen:

  1. Aspecto físico: El endriago suele ser descrito como una criatura de gran tamaño, con múltiples cabezas o extremidades, y una apariencia feroz y aterradora. Puede tener rasgos tanto de hombre como de animal, como escamas, garras, colmillos, cuernos o alas.
  2. Fuerza y ​​ferocidad: El endriago suele ser retratado como un ser extremadamente fuerte y feroz, capaz de causar daño y destrucción.
  3. Bestialidad: El Endriago es descrito como una criatura salvaje y feroz, con rasgos animales y una apariencia monstruosa. Puede tener rasgos de diferentes animales, como cabeza de dragón, cuerpo de hombre y cola de serpiente.
Sayak Valencia
Sayak Valencia

La masculinidad marginalizada es detentada, según Sayak Valencia, por aquellos hombres que forman parte de las clases sociales subordinadas o de grupos étnicos vulnerables que también contribuyen al sostén del poder de la masculinidad hegemónica, porque interiorizan los elementos estructurales de sus prácticas, las cuales se basa en la obediencia hacia un modelo de masculinidad capitalista y heteropatriarcal, con la cual se pretende legitimar y alcanzar el peldaño de lo hegemónico que se presta a la promoción de una disidencia de manera distópica y violenta como respuesta en algunos casos.

Según la descripción antes señalada esta puede proporcionar los elementos explicativos para entender que estos hombres marginados buscan una legitimación y reconocimiento dentro de la estructura de poder existente al adherirse y al conformarse con las características de la masculinidad hegemónica. Esto implica obedecer y asumir las creencias asociadas con ese modelo de masculinidad gore, que está arraigado en sistemas de opresión como el capitalismo y el patriarcado deshumanizante. Al hacerlo, se espera obtener algún grado de reconocimiento y poder dentro de la jerarquía masculina. Sin embargo, también se menciona que estos hombres pueden entender la disidencia de manera distópica y violenta. Esto puede significar que, cuando se enfrentan desafíos a su posición marginalizada, algunos hombres pueden recurrir a comportamientos violentos o extremos para reafirmar o proteger su identidad y estatus masculino.

Hay que resaltar que las mujeres y otros grupos considerados subalternos o disidentes han experimentado violencia extrema, tanto física como psicológica, a lo largo de sus historias. Esta violencia ha estado presente en sus vidas cotidianas y la cual ha influido por el tipo de educación y socialización existente en sus contextos. Es importante reconocer que muchas mujeres y personas de grupos marginados han sido víctimas de formas de violencia y opresión muy diversa a lo largo de sus historias. Esto incluye violencia física, agresiones y abusos, así como violencia psicológica, como discriminación, estigmatización y violencia simbólica. Pero, la violencia de género actualmente ha cobrado una notoriedad mediática por la magnitud, frecuencia, intensidad y brutalidad con que se comenten estos hechos, en particular, es una problemática arraigada en las estructuras de poder desiguales y normas culturales patriarcales. Esta ha sido perpetuada por la dominación masculina y la discriminación basada en el género, siendo las mujeres y otras personas que no se ajustan a las categorías heteropatriarcales siendo objetos de esa violencia.

Desde este punto de vista, se puede argumentar que el capitalismo gore es una forma extrema y violenta que no solo perpetúa la desigualdad de género, sino que también reproduce otras formas de opresión y violencia nunca antes vistas. En respuesta a esto, Sayak Valencia propone la necesidad de construir nuevos sujetos políticos, como el “devenir de las mujeres”, que implica una transformación profunda en la forma de concebir la identidad y las relaciones sociales de género. Este enfoque busca romper con los nuevos moldes construidos y desafiar las estructuras de poder existentes. Propone la creación de nuevos paradigmas políticos y sociales que desafíen y superen las dinámicas opresivas presentes en la sociedad actual.

Es importante tener en cuenta que esta descripción que realiza Sayak Valencia se basa en una visión crítica de la masculinidad hegemónica y cómo se reproduce en diferentes contextos sociales. La masculinidad y sus manifestaciones son conceptos complejos y pueden variar mucho en diferentes culturas y sociedades donde se analicen los factores predisponentes, preparantes y desencadenantes de estas conductas virulentas.

Una actitud de autocrítica y de redefinición donde se pongan sobre la mesa los diversos temas que han preocupado a los primeros feminismos, pero también a los nuevos feminismos y post feminismos se adscriben al contexto específico de nuestras realidades contemporáneas, las cuales se matizan y están atravesadas por particularidades pero que, sin embargo, participan de alguna manera de las consecuencias físicas, psicológicas y mediales traídas por la creciente globalización de la violencia gore que tiene efectos reales sobre el género.

Se reconoce que estos enfoques feministas (primeros feminismos, los nuevos feminismos y los postfeminismos) se adscriben a contextos específicos y están atravesados ​​por particularidades que de alguna manera afectan a las consecuencias físicas, psicológicas y mediáticas de la creciente globalización de la violencia gore, que tiene efectos reales en relación con el género.

En este contexto se destaca la importancia de analizar y reflexionar críticamente sobre los diversos temas que preocupan a los feminismos en el contexto contemporáneo. Estos temas pueden abordar cuestiones de desigualdad de género, violencia de género, representación mediática, identidad de género, entre otros. La globalización de la violencia gore, entendida como la difusión global de violencia limpia y gráfica sumamente expuesta, se plantea como un fenómeno que afecta tanto física como psicológicamente a las mujeres, violencias que también tiene implicaciones mediáticas en relación con el género.

Este enfoque sugiere que es necesario tener en cuenta las realidades contemporáneas y las particularidades de cada contexto al abordar los temas de género desde una perspectiva feminista. También hay que señalar la importancia de considerar las implicaciones de la violencia gore en relación con el género y cómo esto puede afectar la construcción de identidades y las experiencias de las personas.

El movimiento feminista se ha ampliado y diversificado, dando paso a la conformación de distintos frentes de reivindicación. Estos frentes han abordado no solo la opresión de género, sino también otras formas de opresión y discriminación, como la raza, la clase, la preferencia sexual y la posición geopolítica. La transversalidad de estas luchas ha fortalecido el movimiento feminista y ha generado alianzas poderosas con otros movimientos sociales en la búsqueda de una sociedad mucho más justa e igualitaria.

Qué es el capitalismo gore y por qué se le asocia en especial con América Latina
Qué es el capitalismo gore y por qué se le asocia en especial con América Latina

Por ello, dada la globalización y el advenimiento del Capitalismo Gore, surgen cuestiones fundamentales respecto al papel del sujeto y del feminismo en el ámbito contemporáneo, como también el replanteamiento de los movimientos de mujeres y sus justas demandas. Preguntas sobre su pertinencia, su reformulación, sus temas, sus preocupaciones y sobre su pluralización son las guías para repensar los feminismos de hoy.

Es importante considerar que el feminismo no es un movimiento homogéneo y existen diferentes corrientes y enfoques dentro de él. Algunas feministas han criticado el sistema capitalista por su papel en la explotación económica y la perpetuación de las desigualdades sociales, económicas, policías y de accesos a servicios que se reducen a las llamadas brechas de género. El actual sistema capitalista/patriarcal está marcado por la violencia, la desigualdad y la insostenibilidad, lo que plantea la urgencia de repensar y reinventar nuevas formas de organización social.

Hay que reconocer que el feminismo en todas sus expresiones ha desempeñado un papel fundamental en desafiar y cuestionar las estructuras de los poderes dominantes, incluyendo el capitalismo y el patriarcado. Ha puesto en evidencia cómo estas estructuras se entrelazan y refuerzan, perpetuando la opresión y la explotación, pero hoy más con un actor más activos que son los grupos del crimen organizado.

Por otra parte, la ruptura epistémica a la que se refiere Sayak Valencia, impulsada por el impacto negativo del capitalismo en múltiples dimensiones de la vida humana y el medio ambiente, ha propiciado una nueva oportunidad para repensar y reevaluar nuestros sistemas y paradigmas existentes. Esta ruptura puede abrir espacio para discursos y prácticas que se alejen del enfoque tradicional y dominante, permitiendo la construcción de alternativas más sostenibles y justas.

Finalmente, el feminismo, con su amplia diversidad de enfoques y corrientes, puede ser una herramienta poderosa en este proceso de repensar y reconstruir, develar al sistema capitalista/patriarcal, donde los feminismos ofrecen perspectivas críticas y alternativas que desafían las normas y valores establecidos. Algunas corrientes feministas proponen modelos económicos más equitativos, basados ​​en la cooperación y el cuidado mutuo, en contraposición a la competencia y la explotación del capitalismo.

Además, el feminismo también busca cuestionar y transformar las relaciones de poder y género, promoviendo la igualdad y el respeto de la diversidad. A través de prácticas feministas, se pueden construir formas de organización social más inclusivas, participativas y que tengan en cuenta las voces y experiencias de todas las personas, especialmente las que han sido históricamente marginadas.

En resumen, el empoderamiento femenino y las prácticas feministas pueden desempeñar un papel crucial en la búsqueda de alternativas al sistema capitalista/patriarcal. Al abrir espacios para diferentes perspectivas y prácticas, podemos reparar y reconstruir un futuro más sostenible, justo y libre de violencia.

 

 

Referencias

Pratt, M. L. (2002). Globalización, Desmodernización y el Retorno de los Monstruos. Tercer Encuentro de Performance y Política. Universidad Católica.

Reguillo, R. (2011). La narcomáquina y el trabajo de la violencia: Apuntes para su decodificación. Instituto Hemisférico. https://hemi.nyu.edu/hemi/es/e-misferica-82/reguillo

Valencia S. (2010). Capitalismo gore. Editorial melusia. https://construcciondeidentidades.files.wordpress.com/2016/11/sayak-valencia-capitalismo-gore.pdf

[1] Post-Doctor en ciencias. Doctor en Ciencias forenses. Profesor Investigador adscripto al Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades. Representante y miembro del Cuerpo Académico «Estudios de Género y Violencia hacia la mujer oaxaqueña» UTMIX-CA-48. Universidad Tecnológica de la Mixteca (UTM). Profesor por asignatura en la Universidad Santander, Campus Oaxaca de fines de semana presencial y en línea en las materias de metodología.

[2] Noción que retoma Sayak Valencia de Rossana Reguillo (2011) para señalar que el “Narco” le da nombre a la ruptura del tejido social como se percibe: donde el crecimiento del autoritarismo, la erosión de la sociedad civil, el deterioro de los derechos humanos, la transformación de ciudades y pueblos en regiones fantasmas o escenarios de guerra y el crecimiento de la violencia expresiva donde el fin último es exhibir los símbolos de un poder total y no solo la posesión económica utilitaria.