- Discriminación, racismo, clasismo y exclusión son las caras menos oscuras del nacionalismo, dice.
Por Jorge Rivas Navarro/Notimex.
México, 25-08-2019.- El escritor, politólogo y periodista José Luis Trueba Lara (Ciudad de México, 1960) señala que el actual nacionalismo mexicano es una invención posrevolucionaria, fomentada para crear un sentido de unidad y de propósito tras la matanza vivida entre 1910 y 1917.
El autor de La patria y la muerte, editado por Grijalbo, considera que el nacionalismo fue una excusa para perpetrar algunas de las peores atrocidades que se han cometido. Discriminación, racismo, clasismo y exclusión son sus caras menos oscuras.
En entrevista, el investigador universitario afirma que decidió escribir este libro porque a las personas de este país —y de otros— les parece lo más natural ser muy nacionalista. Si a un mexicano se le pregunta si está orgulloso de los charros, las chinas poblanas, el tequila, el mole y los caballos de Joan Sebastián, todos dirán que sí.
“¿Por qué empezamos a pensar eso y no otra cosa?, es la pregunta por la cual empecé a escribir este libro al cuestionarme cómo fuimos construyendo el nacionalismo, y comencé a descubrir que estaba relacionado con una serie de enfrentamientos y hechos escalofriantes”, precisa.
Ejemplifica: el nacionalismo mexicano tiene un componente machista durísimo, tanto que en algún momento se convierte en una persecución a los homosexuales y es el origen de muchas de las agresiones hacia las mujeres.
Por ello, advierte: debemos tener mucho cuidado con el nacionalismo que le apuesta al machismo, al que desprecia y asesina a quienes no son como él (tal como el cerrarle la puerta a los judíos en la época de la Segunda Guerra Mundial; esto ocurrió porque “ello degeneraba la raza y eso era un crimen…”).
Aún más —señala el escritor— “qué hicimos con los indígenas, a muchos los perseguimos y matábamos porque no se querían parecer a lo que nosotros pensábamos de ellos, es decir, no eran lo suficientemente parecidos a los cuadros de Diego Rivera o a los sueños de los nacionalistas y había que transformarlos”.
José Luis Trueba dice que para los nacionalistas posrevolucionarios los indígenas son de calzón de manta, sombreduros y agachones, hablando en diminutivo. “Esos que son así, son a quienes mantenemos vivos; a los otros no”, enfatiza.
Recuerda que cuando la Revolución acabó se contabilizaron un millón de muertos y hay lugares donde les pasó la influenza española, los campos quemados, los ganados robados, los fusilados, los colgados y las mujeres violadas.
“La Revolución es brutal y cuando Álvaro Obregón llega al poder, debe convencer a los sobrevivientes de que todo lo ocurrido fue una tragedia que les sirvió para crear un nuevo país, y éste tendría que convertirse a cierta religión», comenta.
Obregón, quien es el heredero de esa religión, se pensó a sí mismo como quien quien debía llevar al pueblo elegido, a los sobrevivientes de la Revolución, rumbo a ese futuro perfecto que es su sueño de la Constitución. El único problema es que no pasó eso, sino otras cosas.
Subraya que “de ahí proviene la causa de no poseer una identidad propia del mexicano, pues cada una de las que les hemos adjudicado es una invención que ha justificado cierto proyecto político; como los españoles hicieron para justificar la conquista y la evangelización.
Asimismo, cuando la Independencia triunfa se inventa el orgullo criollo para justificar todo lo que pasó. “Así hemos ido creando: la identidad nacional no existe, es una invención que ha servido a todos los proyectos políticos, y en todos ha sido motivo de conflicto”, explica.
Comenta que a través de sus obras, pintores como Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y José Chávez Morado, entre otros, “fueron creando los símbolos del país”.
Afirma que el nacionalismo es una religión monoteísta donde la Patria es el Dios supremo y “esta religión no acepta la competencia de otros, por lo que la batalla por la consciencia del ciudadano es crucial, y (Plutarco Elías) Calles lo decía: había que implementar la Revolución de las conciencias.
De ahí que la guerra cristera no se hizo esperar, así como tampoco las matanzas de chinos y las persecuciones de homosexuales. “La Revolución tuvo ese otro lado para convertirse en un régimen”, detalla.
José Luis Trueba ha escrito cerca de 100 libros, algunos en coautoría, y fue hace 40 años cuando publicó su primer título; La patria y la muerte fue escrito en el transcurso de más de 20 años.
Una vez publicado su más reciente trabajo editorial, escribe otro texto sobre historia de la comida y las diversiones. “Estoy metido en otras cosas, haberme desecho del nacionalismo me hace sentir muy bien y libre”, reconoce.
Cuenta que el primer reto para escribir ese texto fue cómo condensar todos los años de trabajo y lograr que el estilo fuera amable para cualquier lector, presentarlo de manera ágil.