Por Pedro Echeverría V.
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Los anarquistas están contra todo gobierno, Estado, poder, autoridad, porque están convencidos que todas las instituciones sirven exclusivamente para dominar. Y no es porque los hombres o mujeres sean “malos de por sí”, sino porque son obligados por la estructura política a defender cualquier pedazo de poder. Y esto es tremendamente grave porque luego ese poder se ha extendido en todas las instituciones; la familia, la iglesia, la escuela, los gobiernos, las oficinas. Se ha llegado a tal extremo que nos hemos acostumbrado a que alguien debe dirigir, mandar, castigar, obligarnos a obedecer. Yo me subordiné, por ignorancia, a esas instituciones, pero a los 19 años, “con todo respeto” (como dicen hoy), las mandé al carajo.
- En el sistema capitalista les dan extremada importancia a las leyes, a los acuerdos que se firman entre organizaciones. Los políticos buscan siempre aparentar cumplir las leyes, aunque éstas hayan envejecido y estén contra la realidad y la justicia. Se olvidan que las leyes siempre son productos de negociaciones entre partidos, instituciones e intereses superiores en los que la población no es tomada en cuenta. Me recuerda el IFE-INE que a partir de los ochenta comienza a conformarse para sustituir a la secretaría de Gobernación que se encargaba de sancionar las elecciones. Así los políticos burgueses salieron con su “batea de babas”: “quitar al gobierno el cuidado de las elecciones y pasárselo a un grupo de partidos políticos”, igual o peor de corruptos.
- Desde entonces, hace ya más de 25 años, cada partido tiene a dos o tres representantes en el INE para arreglar, de acuerdo a sus particulares intereses, las elecciones. O sea, le siguen jugando el dedo, embarrado de miel en la boca dorando muy bien la píldora, a millones de electores. Puta, el colmo sería de López Obrador –quien como a Cuauhtémoc Cárdenas había sido defraudado electoralmente en dos veces- ahora reconozca ese INE lleno de corrupción por haberle reconocido su triunfo en 2018. La realidad es que ese INE debe ser barrido de arriba a abajo, con todo y sus insultantes salarios y privilegios. Pero la bronca es: ¿cómo sustituir esa institución de corruptos y con qué, si la gente ha sido acostumbrada obedecer haciéndole caso a una institución?
- Estamos mal acostumbrados a pensar en partidos políticos que realmente nacen para entrar a la repartición del presupuesto público. Como en alguna ocasión diría López Obrador: “la realidad es que sólo hay dos partidos, el de los liberales que buscan la libertad y el de los conservadores que buscan mantener sus privilegios”; palabras que le recuerdan seguramente a los insurgentes y los realistas que se enfrentaron en la Independencia de México. ¿Por qué tantos partidos en el país si basta un gran partido de izquierda que represente los intereses del pueblo trabajador y otro de la derecha que siga representando a los grandes empresarios y millonarios? Lo que sucede es que hay miles de políticos oportunistas que sólo buscan acomodo en la cuenta del Estado.
- En EEUU y otros países sólo hay dos grandes partidos; muy diferente al México de hoy con ocho o nueve partidos, más los que se sumen en los próximos meses. (¿Se imaginan cuántos miles de millones de pesos del presupuesto se gastan en subsidios, pago de locales, vehículos, salarios, propaganda?) Desafortunadamente en EEUU ninguno de los dos representa los intereses de la mayoría de la población porque desde que nacieron, los grandes ricos empresarios se adueñaron de ellos. Los demás partidos, muy pequeños porque no pueden competir con el potencial económico de los dos grandes, son en la práctica marginales. Por ello hay que pensar qué hacer con el INE, así como con la abundancia de partidos y políticos arribistas en México.